PRIMARIAS EN EL PSOE CATALÁN.

Un euro y una firma para elegir al candidato del PSC

Los socialistas catalanes se adelantan con un reglamento de «primarias abiertas» que deja en evidencia la inacción del PSOE. Ferraz pretende frenar el debate, al menos, hasta otoño

El 6 de mayo de 2012 Francois Hollande conquistaba el Palacio del Elíseo para el socialismo después de una travesía del desierto de 15 años y convertía a Nicolas Sarkozy en el primer presidente de Francia que fracasaba en su intento de lograr un segundo mandato. El conservador pagó la crisis, pero en la eclosión de la izquierda gala algo tuvieron que ver sin duda unas efervescentes elecciones primarias abiertas, en las que 2,9 millones de ciudadanos pudieron votarsin necesidad de tener carné del partido, sólo a cambio de pagar un euro y firmar un manifiesto.
Aquellas primarias resucitaron a un partido esclerótico. El próximo sábado 6 de abril, otros socialistas aquejados de malos resultados en las urnas, el PSC de Cataluña, copiarán la exitosa fórmula y la añadirá a sus estatutos en una maniobra de revitalización que deja en evidencia la falta de voluntad política del PSOE, que acordó hace catorce meses su 38 congreso abrazar el mecanismo francés, aunque no ha hecho más que esquivar el asunto, en un intento baldío por alejar el debate sobre si Alfredo Pérez Rubalcaba se presentará o no. Ferraz tranquilizó diciendo que abordaría la regulación en la Conferencia Política tenía que haber sido antes del verano de 2011, luego se previó en invierno, pero también ha ido retrasándola. Será, en principio en otoño. Cuando llegue, el PSOE ya no tendrá más remedio que ir a rebufo, repetir discusiones y modelos que ya han resuelto los «hermanos» catalanes lo que, una vez más, dice muy poco de la capacidad de iniciativa de Ferraz para ir a la vanguardia y marcar agenda.

La alergia de los veteranos del PSOE a las primarias no es ningún secreto, empezando por la de Felipe González o Alfonso Guerra. Alfredo Pérez Rubalcaba se saltó las que correspondían en 2011 para ser aspirante a La Moncloa sustituyéndolas por un simulacro que incluía que Carme Chacón diera aquel paso atrás, balbuceante, «por el bien del partido». Y prueba irrefutable de que la exministra de Defensa conoce muy bien las reticencias del secretario general a profundizar en esa receta para, encima, abrirla a la sociedad, es que ella no para de pedirlo, casi de exigirlo. «Si decimos primarias, hacemos primarias» fue su advertencia a voces en el cónclave de Ferraz, al que llegó después de una campaña en la que no pudo ser más clara: «a quien no le gustan las primarias, menos le van a gustar las primarias abiertas», como dijo en Mérida. Otro de los enemigos de Rubalcaba, el jefe de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, tampoco pierde oportunidad de mostrar que las inquietudes del secretario general no pasan precisamente por avanzar en ese sentido.
Precisamente el partido de Chacón, el PSC bajo cuyas siglas fue número uno por Barcelona en las generales del 20-N, ha sido quien ha dado el paso. El líder formal de las siglas, Pere Navarro, ha emprendido una huida hacia adelante tras su descalabro electoral en noviembre que ha comprendido distanciarse del PSOE votando en Madrid a favor de una consulta en Cataluña, pedir por su cuenta la abdicación del Rey y ahora ser la primera formación que se dota en España de unas reglas del juego para que la ciudadanía escoja su candidato. Bien es cierto que el compromiso de hacerlo es más viejo en el socialismo catalán que en el PSOE –se remonta a al 14 congreso del PSC, diciembre de 2011-, pero también que, entre medias, han tenido que ir a elecciones autonómicas para las que, por cierto, Navarro también se ahorró sus propias primarias con la excusa que no había tiempo, a pesar de que numerosas voces habían advertido de que iba a haber anticipación de comicios.
A imagen de las francesas, las primarias abiertas que está apunto de consagrar el PSC serán a doble vuelta, pueden presentarse todos los aspirantes que consigan el aval del 5% de la militancia o el 10% de su Consell Nacional, y ganará el que obtenga la mitad de los votos en la primera ronda o, si nadie lo consigue, el mejor de dos en la segunda. No habrá censo previo, podrán votar mayores de 16 años que paguen un euro y suscriban un manifiesto progresista. Se regula el «apoyo equitativo de la estructura central del partido» a los que concurran, y el que se quede en el camino tendrá que acabar participando «activamente» en la campaña del que finalmente sea candidato. Hay sin embargo letra pequeña, que permite obviar todo este proceso si sucede algo tan frecuente últimamente como adelantar elecciones, en cuyo caso la decisión del cabeza de lista quedaría en manos de la cúpula del PSC, como toda la vida.

Dejar en manos de la sociedad la designación del cabeza de cartel de las grandes elecciones requiere coraje. Dos son los grandes riesgos de fiasco de unas primarias abiertas, y por tanto de que acaben siendo munición en manos del contrario. Uno, que se produzca una pugna dañina entre aspirantes –a imagen de lo ocurrido en la derecha francesa entre François Fillon y Jean-François Copé- y, el otro, que aún sin que aparezcan fracturas, acaben teniendo un resultado tan apretado que el elegido termine siendo un líder débil. Luego está el temor a que se «infiltre» mucho Ante ellos, las muchas ventajas son tentadoras: proporcionan un inmediato refresco de imagen, prestigio democrático, remueven a los votantes con especial atención a los abstencionistas, y siempre desconciertan al adversario. En definitiva, si funcionan, dotan al candidato elegido al final de un capital excepcional, aunque también efímero, capaz de proyectarle en las urnas como ninguna otra campaña convencional.
En el punto 10 de su discurso en Sevilla, cuando ganó a Carme Chacón la Secretaría del PSOE por 22 votos, Rubalcaba contrajo su compromiso con las primarias. «Se está hablando mucho del método de elección de los candidatos y de los dirigentes del Partido. Casi todos –dijo- estamos de acuerdo en que los ciudadanos puedan participar en la elección de nuestros candidatos electorales. Un método que responde mucho mejor al auténtico concepto de primarias y que, como nos han mostrado los socialistas franceses, fortalece extraordinariamente al candidato». Y añadió: «Se habla también de cambiar el método de elección de los secretarios generales. De ir a un sistema de elección directa por parte de los militantes. Yo estoy de acuerdo en que acerquemos la elección de nuestros secretarios generales a los militantes. Y espero que este Congreso establezca la mejor fórmula para hacerlo». Pero respecto a este punto último, el que ha tomado las riendas ha sido el PSOE de Galicia, otra prueba de que el gran Ferraz va por detrás de sus sucursales territoriales.
Los Estatutos del PSOE ya encomienda que «para conseguir una mayoría social, política y electoral», el partido «debe articular mecanismos que permitan el diálogo permanente con la sociedad». «Por ello –explica el punto 155- consideramos que, con el fin de abrir más espacios a la participación, todos los ciudadanos y las ciudadanas que deseen inscribirse, podrán participar en los procesos de elecciones abiertas para seleccionar a nuestro candidato o candidata a la Presidencia del Gobierno de España». El mandato está pendiente, quizás en espera de que un adelanto electoral acabe pillando al PSOE con esta tarea sin hacer.

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