EL PSOE DE NUEVO ROTO EN CATALUÑA.
El PSOE se rompe otra vez en el Congreso por el derecho a decidir
- El PSC se desmarca de una moción de UPyD sobre la soberanía nacional
Solemnizar lo obvio. De eso se trataba, y lo obvio era en este caso la vigencia de los artículos 1.1 y 1.2 de la Constitución. Dicho de otro modo: que una parte no puede decidir sobre el todo y que en un Estado de Derecho nadie está por encima de la Ley ni puede redefinir el sujeto de la soberanía nacional, que es el del pueblo español. ¿Les suena? Hablamos de Cataluña, del derecho a decidir y de una moción que UPyD sometió ayer al parecer de la Cámara Baja. Pues lean, lean, porque hubo negociación hasta el último minuto, dudas y transacciones hasta que el partido de Rosa Díez llegó a un acuerdo con el PP y logró que el texto tuviera el aval mayoritario del Congreso de los Diputados.
Antes de esto, la formación de Rosa Díez rechazó las enmiendas que PP y PSOE propusieron a su texto por entender que pretendían desviar la atención e introducir otra discusión. Lo único que aceptó es incluir una transaccional que reconocía la importancia de la seguridad jurídica y la lealtad institucional que los poderes públicos tienen la obligación de preservar. El resto de la moción no varió una coma, incluida la parte en la que reza que ninguna autoridad o poder público tiene derecho a privar a todos o parte de los ciudadanos de los derechos que reconoce la Constitución.
Faltaba el parecer del PSOE, pero claro, pronunciarse sobre el derecho a decidir del pueblo catalán que defiende el PSC y no comparte la dirección federal abría otra vez en canal al Grupo Socialista. Si votaba «sí», los socialistas catalanes se desmarcaban y si votaban no, saldrían en los titulares de todas las portadas. La abstención les dejaba en la ambigüedad y en la cobardía que hace meses achacaron a Carme Chacón por quedarse en tierra de nadie.
Antes de esto, la formación de Rosa Díez rechazó las enmiendas que PP y PSOE propusieron a su texto por entender que pretendían desviar la atención e introducir otra discusión. Lo único que aceptó es incluir una transaccional que reconocía la importancia de la seguridad jurídica y la lealtad institucional que los poderes públicos tienen la obligación de preservar. El resto de la moción no varió una coma, incluida la parte en la que reza que ninguna autoridad o poder público tiene derecho a privar a todos o parte de los ciudadanos de los derechos que reconoce la Constitución.
Faltaba el parecer del PSOE, pero claro, pronunciarse sobre el derecho a decidir del pueblo catalán que defiende el PSC y no comparte la dirección federal abría otra vez en canal al Grupo Socialista. Si votaba «sí», los socialistas catalanes se desmarcaban y si votaban no, saldrían en los titulares de todas las portadas. La abstención les dejaba en la ambigüedad y en la cobardía que hace meses achacaron a Carme Chacón por quedarse en tierra de nadie.
La «vieja guardia» estaba con el «sí»; el PSC, con la abstención y la dirección federal, entre dos aguas y sin la firmeza que precisa la defensa de la Constitución y el Estado de Derecho. Al final, Alfredo Pérez Rubalcaba se plantó y ordenó el «sí», pero durante todo el día tuvo dudas. Dicen que porque no escuchó desde el primer minuto a quienes le advirtieron de que algunos querían llevar al PSOE a una situación insostenible. El caso es que hubo llamadas con avisos serios de varios diputados de plantarse ante el PSC, de romper definitivamente y de votar con UPyD y el PP si la instrucción de Ferraz era la abstención. Durante la tarde se pudieron ver en el patio varias conversaciones subidas de tono entre los partidarios de no entrar en la «trampa» de Rosa Díez y quienes defendían que treta o no, el socialismo siempre había estado en la defensa de la Constitución y la no fragmentación de la soberanía nacional y que situarse ahora en otro espacio les llevaría a la irrelevancia parlamentaria. La presión de Andalucía y Asturias surtió efecto. Los diputados del PSC se reunieron de urgencia, una vez que el PSOE impuso la orden de voto. Tenían que elegir entre romper por segunda vez la disciplina de voto o desprenderse del llamado derecho a decidir y empezar a recuperar la centralidad perdida. Optaron por la ruptura en forma de abstención. Se les impondrá una multa, pero eso es lo de menos. Habrá otro lío interno, y éste a dos semanas de la Conferencia Política. Y es que la llamada «declaración de Granada» salta por los aires.