RAJOY VAPULEA A PEDRO SÁNCHEZ.

Rajoy vapulea a Sánchez y apela al voto de la estabilidad  

Rajoy vapulea a Sánchez y apela al voto de la estabilidad
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y Mariano Rajoy, presidente del Gobierno durante el debate del Estado de la Nación.
 
El último Debate del Estado de la Nación de esta Legislatura cruzó en la Cámara dos imágenes de España, la de la recuperación, que defendió Mariano Rajoy, y la de los recortes y la desigualdad, que aireó el líder socialista, Pedro Sánchez, con el coro del resto del arco parlamentario de fondo. Choque de trenes sin piedad entre los dos principales referentes del bipartidismo con la música del «y tú más» de fondo. Rajoy convenció a los suyos. Y Sánchez también superó la prueba ante su bancada bajo la pancarta de la reivindicación social que tutelan otras fuerzas más a su izquierda, y con un mensaje dirigido a recuperar el espacio que le está comiendo Podemos. Rajoy le pasó por encima en el juego de réplicas, ya que el líder socialista no supo salirse del texto que traía preparado.
Como una de sus «armas», Sánchez sacó a pasear insistentemente el fantasma del ex tesorero del PP Luis Bárcenas, atacando así al PP por uno de sus flancos más débiles, el que señala también al «caso Gürtel» y a las sombras sobre la financiación del partido. El que, en consecuencia, más credibilidad le ha costado en materia de lucha contra la corrupción. Y Rajoy se revolvió, como si no se lo esperase, y entró a «matar» al líder socialista en un duro cruce de reproches y descalificaciones políticas y personales. Rajoy pasó de ningunear por la mañana al jefe de la oposición –al colocar a Podemos, sin nombrarlo, como uno de los ejes de su mensaje de apertura del Debate–, a ridiculizar sin piedad a Sánchez. «No vuelva usted aquí a decir nada. Ha sido patético», llegó a lanzar contra el líder del PSOE. También volvió a descargar sobre el nuevo equipo que dirige el PSOE la herencia económica que dejó el Gobierno de Zapatero. Esa herencia pesó en los hombros de Alfredo Pérez Rubalcaba y ayer el presidente del Gobierno se la colocó otra vez encima al actual jefe de la oposición.
El jefe del Ejecutivo intentó a su vez contrarrestar el ataque socialista por el flanco de la corrupción apuntando a Andalucía y a la protección que Ferraz sigue concediendo a los dirigentes del PSOE afectados por la investigación judicial en el «caso de los ERE» y de los cursos fraudulentos de formación, entre ellos a los ex presidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán, que mantienen sus escaños pese a la imputación por el Tribunal Supremo. Una y otra parte entraron a hacerse daño en un Debate marcado por la sensación de que es el último de una época, porque tras las próximas elecciones generales habrá un Parlamento más fragmentado.
«Usted piensa más en Iglesias [por Pablo Iglesias] que en España», le espetó Rajoy. «No ha dado la talla ni de lejos para ser presidente del Gobierno», continuó. «Ya no sé si le preocupa más el señor Iglesias o la señora Díaz [por Susana Díaz]»; «yo también estoy preocupado por el lugar en el que ha dejado a su partido en las encuestas», añadió el presidente. Llegó a reprocharle a Pedro Sánchez que no le contestase más que con «soflamas». Aquellos que pronosticaron que uno y otro se evitarían para proteger el bipartidismo, o que el presidente salvaría a Pedro Sánchez para evitar su desgaste, fueron desmentidos sin matices por los hechos. «Usted se ha comunicado por plasma con los españoles y por SMS con un delincuente. Su regeneración es golpear a martillazos el ordenador de Bárcenas en la sede del PP, menuda regeneración democrática», le devolvió en una de las ocasiones Sánchez.
No obstante, en la estrategia con la que llegó Rajoy al Debate era Podemos, y no el PSOE, el adversario señalado, no explícitamente, pero sí en sentido implícito. Y es que el presidente utilizó el Congreso como plataforma para presentarse como único garante de la estabilidad necesaria para mantener la recuperación económica, la creación del empleo y hasta el Estado del Bienestar. Todo eso no se garantiza con «remedios mágicos» ni con «ventoleras ideológicas o simplemente ventoleras». «A los españoles hay que decirles la verdad, que su bienestar, su Estado de bienestar, su Seguridad Social, sus pensiones y su Sanidad no se los regala nadie y que son inseparables de nuestra capacidad económica», defendió, para, a continuación, dar un tirón de orejas a quienes no reconocen la recuperación económica o la atribuyen al clima europeo y a la coyuntura. «Decir que la mejoría actual ha venido sola, además de ser falso es la mejor manera de preparar la tierra para que la siembren con éxito los demagogos», argumentó.
Rajoy abundó en el mensaje de advertencia para llamar a los españoles a que «no consientan que se desmantele lo que hemos construido». «Todo lo que hemos ganado en tres años puede perderse en pocos meses si no se mantiene el rumbo porque lo conseguido no es irreversible y se puede disolver como un azucarillo en el agua». Y se enfrentó al desgaste que cantan las encuestas con una demanda de apoyo para completar la recuperación. «Yo también podría decir que el salario mínimo se duplica esta tarde, que las pensiones aumentarán un 5 por ciento mañana por la mañana, que todo el mundo tendrá una vivienda subvencionada pasado, que cada recién nacido recibirá mil euros, y así hasta que me canse. Dicen con razón que hablar es gratis».





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