SE HUNDE EL SOCIALISMO FRANCÉS.

Valls, a la busca de aliados dentro y fuera del partido para frenar la debacle

  • El primer ministro galo no renuncia a su giro liberal pero promete bajada de impuestos a Los Verdes y a los rebeldes socialistas, con los que se reúne hoy  
Valls, a la busca de aliados dentro y fuera del partido para frenar la debacle
Manuel Valls tenía que estar hoy en Berlín para participar en el decimoséptimo Consejo de Ministros franco-alemán que se celebra en la capital alemana, y después debía ir a Francfort para entrevistarse con el director general del Banco Central Europeo, Mario Draghi, pero ha anulado su agenda para quedarse en casa porque la derrota de la izquierda en las elecciones departamentales lleva su rostro y él tiene que responder de ello. De hecho, «Le Parisien» titulaba ayer «La bofetada», sobre una foto de Manuel Valls, mientras que «Libération», que también llevaba en portada al primer ministro, en tono irónico, titulaba «Derrotado, pero contento». Es él quien ha monopolizado la campaña electoral fijando como tema la lucha contra el Frente Nacional, y quien, tras conocer los resultados, afirmó en primera persona: «He oído el mensaje» de los electores, que les han dejado el Gobierno de 34 departamentos a los socialistas y han entregado el de los otros 66 a la UMP-UDI.
Pero Valls, con el visto bueno de François Hollande, ha anulado su viaje a Berlín, sobre todo porque no quiere estar ausente de la reunión de grupo de los diputados socialistas que tendrá lugar a las once de la mañana en la Asamblea Nacional. Tiene que hacer frente a las críticas internas y públicas que le llueven y controlar a los descontentos que achacan los malos resultados de los socialistas a la política que está implantando el Gobierno. Porque, además, ni él ni Hollande tienen intención de variar, y eso desespera a sus compañeros de camino, Los Verdes, pero también a una parte de los diputados socialistas, los rebeldes, que no ven con buenos ojos el giro liberar del presidente de la República y su primer ministro.
François Hollande ya lo dio a entender antes de conocer los resultados: no habrá cambio de línea política ni de gobierno, y Valls lo repitió el domingo, aunque también hizo algunos anuncios como «la reducción de impuestos a nueve millones de hogares» que comenzarán a sentirlo antes de que termine el año, o la creación de inversiones públicas y privadas. Pero dejó claro que la «ley Macron» sigue en pie. Frente a los rebeldes, Manuel Valls hará valer que podría haber sido peor aún, y que pueden felicitarse de que el Frente Nacional no haya adquirido ningún departamento frenando hasta cierto punto su irresistible ascensión. Pero en la reunión con los diputados oirá que lo que la gente quiere son menos discursos y un cambio de política que les proporcione posibilidades de empleo y mayor poder adquisitivo.
Los socialistas han podido ver este domingo que la estrategia de la unión del centro y la derecha ha dado sus frutos, mientras que la división entre los partidos de la mayoría incluso dentro del propio partido, se han saldado con una dolorosa derrota.
Ayer tuvieron lugar los primeros acercamientos, aunque las heridas abiertas van a ser difíciles de cerrar. Les separan la visión sobre los temas medioambientales, especialmente el cierre de la central nuclear Fessenheim que se demora, y las soluciones al problema de las desigualdades sociales.El secretario general de los socialistas, Jean-Christophe Cambadélis, se reunió ayer en Solferino con la líder de Los Verdes, Emmanuelle Cosse, y los representantes de todas las sensibilidades dentro del partido ecologista. En el encuentro constataron los puntos de desacuerdo, pero acordaron verse con regularidad. Cambadélis anunció que han reanudado el diálogo y han puesto en marcha cuatro grupos de trabajo con los Verdes para reconstruir la unidad que hace tres años llevó a François Hollande a la presidencia de la República. Pero el calendario electoral les impone la unidad si no quieren que en el mes de diciembre, durante las elecciones regionales reciban la misma «bofetada» que este domingo.
El Gobierno sabe que los resultados en estas elecciones son más un castigo a su labor que una adhesión a la derecha, como lo prueba también que 1.150.000 electores hayan decidido dejar un voto blanco en las urnas como muestra de su descontento con la clase política en general y la del Ejecutivo en particular. Como refleja el último barómetro sobre la confianza política realizado por Cevipof, el 89% de los ciudadanos piensan que los políticos no se preocupan de lo que a ellos les incumbe.




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