EL PSOE PASA PÁGINA.
Sánchez se va tras doce horas de Comité Federal agónico
Perdió 132 a 107 una votación y una gestora se hará cargo del PSOE sine die, hasta que se celebre un congreso extraordinario cuando haya gobierno
Pedro Sánchez ya no es secretario general del PSOE. Anoche dimitió durante un tumultuoso Comité Federal de diez horas y tras perder 132-107 la votación sobre el calendario de un congreso exprés que pretendía con primarias el 23 de octubre. Su plan era «blindarse» de los barones que le pedían responsabilidades por las sucesivas derrotas electorales, pero no lo consiguió. A la hora de cerrar esta edición, el Comité Federal, ya sin Sánchez, estaba decidiendo si habrá otra sesión el sábado próximo para nombrar la gestora que se hará cargo del PSOE en el difícil período que tiene por delante. Tanto por el desgarro vivido ayer en Ferraz como por las difíciles decisiones que tendrá que adoptar: abstenerse en otra investidura de Mariano Rajoy o terceras elecciones en un momento dramático del partido.
Porque la derrota y dimisión de Sánchez no borra la sensación de división absoluta que los altos cargos escenificaron ayer en la sede socialista ni la inquina de una gran parte de la militancia, mucha de ella «sanchista», contra Susana Díaz y los barones que han forzado la caída de Sánchez. Han sido muchos meses de tensión entre unos y otros a cuenta de abstenerse a fin de que gobierne Mariano Rajoy o ir a terceras elecciones... para acabar «suicidándose» como alternativa a corto plazo ante las cámaras de TV. Atrás queda una jornada para la historia, en la cual el sector que apoya a Pedro Sánchez y la Ejecutiva «en funciones», por un lado, trató en todo momento de sacar adelante la convocatoria del congreso extraordinario exprés para que Sánchez se presentara el 23 de octubre ante la militancia enarbolando su «no es no» a Rajoy.
Los críticos, nucleados en torno a las federaciones de Andalucía, Asturias, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura y buena parte de la valenciana, cuando vieron que no era posible ninguna entente, recabaron 129 firmas, de los 253 miembros del Comité Federal, para forzar moción de censura. En ese momento se dieron cuenta de que tenían mayoría y Sánchez se rindió. Aceptó a la deseperada que su propuesta de calendario de congreso exprés se votara a mano alzada -previamente los «sanchistas» habían intentado un simulacro en urna, del que no participaron los críticos- y perdió 132 a 107.
Entre medias, diez horas de tensión máxima, dentro del «búnker» en que habían convertido Ferraz y en la calle. Sobre el asfalto se vivió una jornada rocambolesca con decenas de «sanchistas» concentrados desde primera hora -pese a la petición en contra de la dirección- y acosando a los miembros del máximo órgano del PSOE al grito de «¡¡Pedro sí, Susana no!!» al entrar o salir; un ejercicio de riesgo para cualquiera que llevó incluso al enfrentamiento fisico a trabajadores.
La paz impostada se rompió al filo de las seis de la tarde cuando el vicepresidente de la mesa del Comité, el «sanchista» Rodolfo Ares, anunció una votación en urna sobre el calendario del congreso extraordinario, en la que solo decidieron participar los apoyos de lo todavía secretario general. Fue en urna porque lo intentaron imponer los «sanchistas» -es tradición votar a mano alzada- y, según diversas fuentes, ahí empezaron los gritos mútuos de «¡fraude!» y «¡sinverguenzas!». Los críticos explicaron luego que fue un momento de máxima tensión provocada porque no reconocían una votación sin registro. Y decidieron recoger las firmas para la censura al líder.
Las lágrimas de Susana Díaz
Fue el momento en que el líder de la corriente Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, abandonó la sede en medio de una nube de cámaras y aplausos de los «sanchistas» concentrados, reconociendo «el partido está roto». Dentro, en la bunkerizada sede de Ferraz -los periodistas no pudieron entrar en todo el día- Susana Díaz lloraba desconsoladamente por el espectáculo de división cainita. Atrás quedaban las idas y venidas, los recesos, las malas caras.
Y es que ya la sola constitución de la mesa del Comité Federal llevó tres horas, de las 9 a las 12, porque los críticos quisieron votar para romper la mayoría de tres que goza en ese órgano el «sanchismo». Rodolfo Ares y la catalana Nuria Parlón (PSC) dejaron en minoría a la presidenta, Verónica Pérez, secretaria provincial de Sevilla y «mano derecha» de la presidenta andaluza. Solo después de mucho forcejeo, los barones accedieron a que se constituyera el comité, únicamente a efectos de desbloquear una situación que se inflamaba por momentos.
Pero ahí acabó el acuerdo, a partir de entonces, siguió el tira y afloja con episodios incluso cómicos, como el de Verónica Pérez negándose a dar la palabra a Ares para ordenar el debate y él levantándose a hablar desde el atril. Y 150 turnos de palabra: algunos tan llamativos como el de Javier Lambán diciéndole a Sánchez a la cara: «Tú ya no eres nuestro secretario general». En opinión de los críticos, la Ejecutiva estaba disuelta desde que dimitieron 17 miembros. Mientras, el vasco Ares rechazaba, una tras otra las iniciativas que proponía Verónica Pérez, incluidas las firmas de la moción de censura.... hasta que Pedro Sánchez, viéndose perdido, se rindió y aceptó votar a mano alzada su propuesta a condición de irse si perdía.
Al término del comité, el líder socialista habló a los suyos con la «voz rota» por el cansancio y la tensión. Luego dijo a los periodistas que «la razón por la que propuse esta votación en el orden del día era bien clara». Sentía su liderazgo «puesto en cuestión» y quería que los militantes hablaran en unas primarias el 23 de octubre. «Lo que yo he defendido como secretario general fue votar no a Mariano Rajoy» y ha perdido. Y por eso se va. «A partir de hoy, hago un llamamiento a la militancia y a los socialistas de corazón, para decirles que, hoy más que nunca, hay que estar orgulloso de militar en el PSOE. Así me he despedido yo». La gestora «contará con mi apoyo leal», dijo, «el que he tenido en muchas ocasiones».