CONGRESO NACIONAL DEL PP EN ENERO.
Rajoy convocará el Congreso del PP en menos de quince días
Presentará su candidatura a la reelección como presidente sin rival y aprovechará para ajustar el partido a la nueva realidad política.
Rajoy hará el cónclave a principios de 2017
El Congreso Nacional del PP tendrá fecha oficial en un plazo de unos quince días. Y en Génova prevén que la convocatoria quede fijada para el mes de enero. Ahora tendrá que mover ficha el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, después de que haya pasado ya el Rubicón de la composición de su nuevo Ejecutivo. Pero en la dirección popular contemplan que Rajoy se ponga de inmediato a trabajar en el diseño del próximo congreso de su partido, que está pendiente de celebrarse desde 2015 por la sucesión de citas electorales.
Será un cónclave importante porque en la cúpula popular cuentan con que Rajoy, que presentará de nuevo su candidatura a la reelección como presidente nacional del PP sin competencia seria, aprovechará la ocasión para ajustar su organización a la nueva realidad política, a la presencia de Podemos y de Ciudadanos y a la necesidad de gobernar en minoría. En la dirección popular dejan la puerta abierta a que los ajustes afecten también al grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Ahí han colocado la duda en el futuro de la portavocía, por ejemplo. Pero, de momento, Rajoy esperará al cónclave nacional antes de rematar el diseño de la estructura en la que quiere apoyar su acción política durante esta legislatura.
Los únicos cambios que antes hará son los que se derivan en el Parlamento de la nueva composición de su gabinete. El PP se queda con dos presidencias de comisión vacantes, la Constitucional y la de Seguridad Nacional, y en las filas populares creen que podrían servir para premiar esfuerzos o compensar alguna de las bajas en su Gobierno. La de Seguridad Nacional se ajusta a la perfección al perfil de Jorge Moragas, según comentan en el PP. Pero éstos son, en cualquier caso, cambios menores que no afectan al modelo de partido ni en su estructura ni en su posición ideológica.
La idea es que el próximo Congreso sirva de plataforma «para reforzar también la imagen dialogante y abierta al acuerdo» sobre la que Rajoy va a sostener su posición política en esta legislatura. Sin artificios ni golpes de efecto, como tampoco lo ha hecho con la formación de su Gobierno. «Pero cambiarán cosas y habrá guiños importantes en las ponencias», explican fuentes de la dirección popular. En estas últimas hay debates importantes pendientes sobre el sistema de elección de sus candidatos y cargos o la limitación de mandatos, por ejemplo. Cuestiones que se quedaron abiertas en las últimas convenciones y conferencias políticas celebradas por el PP.
Rajoy ya hizo un ajuste puntual en el organigrama del PP después de las elecciones autonómicas y municipales de 2015 con el objetivo de poner sordina a la fuerte pérdida de poder territorial que dejaron esos comicios. Pero afectó sólo a las vicesecretarías. En el caso de Organización, su objetivo fue revisar y reforzar la dirección del partido, tarea que dejó en manos de Fernando Martínez Maíllo, en una enmienda bien vestida a la gestión de María Dolores de Cospedal. En otros tres casos, en Comunicación, Estudios y Programas, y Sectorial, el fin fue rejuvenecer y modernizar la imagen del PP en un escenario de competencia con el liderazgo de Albert Rivera y también, en otro plano distinto, con el de Pablo Iglesias.
A Rajoy le gustan poco los cambios y nunca hasta ahora ha jugado sus piezas en clave de revolución. Pero sí mide bien cuándo tiene que moverlas porque ya no son útiles para el proyecto común o para la supervivencia de su propio liderazgo. De momento, en el PP han empezado ya los movimientos precongresuales, siendo el más significativo, por la polémica interna que ha generado, el de la resistencia de Cospedal a abandonar el papel de azote de la oposición, como secretaria general, para dedicarse de lleno a su labor como ministra de Defensa.
Antes de entrar de lleno en el debate congresual Rajoy tiene por delante el reto de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2017 y la puesta en marcha de las primeras medidas pactadas con Ciudadanos. El desarrollo de ese acuerdo dependerá del PSOE en aquellas reformas que necesitan de mayoría absoluta. Pero el presidente del Gobierno sabe que su agenda tiene que estar ajustada a ese documento y en Moncloa trabajan para no aparecer en ningún caso como los que ponen trabas al cumplimiento del pacto que facilitó la investidura. Hay temas tan delicados como la activación de la comisión de investigación sobre la financiación del PP, que en el documento no tiene fecha, pero para la que Rivera ha fijado un plazo de tres meses. En el PP admiten que lo tienen muy difícil para evitar esa comisión. En cualquier caso, ahora lo prioritario son los Presupuestos, que echarán a andar ya el próximo viernes con la aprobación del techo de gasto para todas las administraciones territoriales.
Será un cónclave importante porque en la cúpula popular cuentan con que Rajoy, que presentará de nuevo su candidatura a la reelección como presidente nacional del PP sin competencia seria, aprovechará la ocasión para ajustar su organización a la nueva realidad política, a la presencia de Podemos y de Ciudadanos y a la necesidad de gobernar en minoría. En la dirección popular dejan la puerta abierta a que los ajustes afecten también al grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Ahí han colocado la duda en el futuro de la portavocía, por ejemplo. Pero, de momento, Rajoy esperará al cónclave nacional antes de rematar el diseño de la estructura en la que quiere apoyar su acción política durante esta legislatura.
Los únicos cambios que antes hará son los que se derivan en el Parlamento de la nueva composición de su gabinete. El PP se queda con dos presidencias de comisión vacantes, la Constitucional y la de Seguridad Nacional, y en las filas populares creen que podrían servir para premiar esfuerzos o compensar alguna de las bajas en su Gobierno. La de Seguridad Nacional se ajusta a la perfección al perfil de Jorge Moragas, según comentan en el PP. Pero éstos son, en cualquier caso, cambios menores que no afectan al modelo de partido ni en su estructura ni en su posición ideológica.
La idea es que el próximo Congreso sirva de plataforma «para reforzar también la imagen dialogante y abierta al acuerdo» sobre la que Rajoy va a sostener su posición política en esta legislatura. Sin artificios ni golpes de efecto, como tampoco lo ha hecho con la formación de su Gobierno. «Pero cambiarán cosas y habrá guiños importantes en las ponencias», explican fuentes de la dirección popular. En estas últimas hay debates importantes pendientes sobre el sistema de elección de sus candidatos y cargos o la limitación de mandatos, por ejemplo. Cuestiones que se quedaron abiertas en las últimas convenciones y conferencias políticas celebradas por el PP.
Rajoy ya hizo un ajuste puntual en el organigrama del PP después de las elecciones autonómicas y municipales de 2015 con el objetivo de poner sordina a la fuerte pérdida de poder territorial que dejaron esos comicios. Pero afectó sólo a las vicesecretarías. En el caso de Organización, su objetivo fue revisar y reforzar la dirección del partido, tarea que dejó en manos de Fernando Martínez Maíllo, en una enmienda bien vestida a la gestión de María Dolores de Cospedal. En otros tres casos, en Comunicación, Estudios y Programas, y Sectorial, el fin fue rejuvenecer y modernizar la imagen del PP en un escenario de competencia con el liderazgo de Albert Rivera y también, en otro plano distinto, con el de Pablo Iglesias.
A Rajoy le gustan poco los cambios y nunca hasta ahora ha jugado sus piezas en clave de revolución. Pero sí mide bien cuándo tiene que moverlas porque ya no son útiles para el proyecto común o para la supervivencia de su propio liderazgo. De momento, en el PP han empezado ya los movimientos precongresuales, siendo el más significativo, por la polémica interna que ha generado, el de la resistencia de Cospedal a abandonar el papel de azote de la oposición, como secretaria general, para dedicarse de lleno a su labor como ministra de Defensa.
Antes de entrar de lleno en el debate congresual Rajoy tiene por delante el reto de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2017 y la puesta en marcha de las primeras medidas pactadas con Ciudadanos. El desarrollo de ese acuerdo dependerá del PSOE en aquellas reformas que necesitan de mayoría absoluta. Pero el presidente del Gobierno sabe que su agenda tiene que estar ajustada a ese documento y en Moncloa trabajan para no aparecer en ningún caso como los que ponen trabas al cumplimiento del pacto que facilitó la investidura. Hay temas tan delicados como la activación de la comisión de investigación sobre la financiación del PP, que en el documento no tiene fecha, pero para la que Rivera ha fijado un plazo de tres meses. En el PP admiten que lo tienen muy difícil para evitar esa comisión. En cualquier caso, ahora lo prioritario son los Presupuestos, que echarán a andar ya el próximo viernes con la aprobación del techo de gasto para todas las administraciones territoriales.
Charla con Rivera sobre presupuestos
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, mantuvo ayer una conversación telefónica con Mariano Rajoy en la que le trasladó la disposición de su partido para iniciar lo antes posible las negociaciones sobre el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado. La conversación duró unos 10 minutos y en ella ambos dirigentes acordaron designar a sus respectivos equipos negociadores. Rivera explicó al presidente que su partido quiere introducir en las cuentas para el próximo año las 150 reformas y compromisos contenidos en el acuerdo de investidura entre el PP y Ciudadanos. Rivera esperará a que Rajoy le comunique los componentes del grupo del Gobierno que afrontarán las negociaciones para desvelar los nombres de los integrantes de su equipo.